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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Síndrome de profesor quemado o "burnout"

El Síndrome de profesor quemado o burnout se define como un estado personal de excesiva activación física y psicológica relacionada con el esfuerzo necesario para hacer frente a las demandas de un trabajo o profesión que cuando se cronifica tiene repercusiones negativas para la salud. Los desencadenantes específicos del estrés laboral están ligados al desempeño de una profesión, en nuestro caso a la profesión docente.
Muchos profesores y profesoras realizan su labor con fatiga, cansancio, irritación o depresión, algunos se sienten desvinculados del centro en el que prestan servicio y otros, superados por el trabajo, se muestran incapaces de hacer frente a la diversidad de tareas y de necesidades educativas.
Varios estudios muestran como los docentes son uno de los colectivos laborales que presenta un mayor riesgo de dolencias, de tipo psicosocial, como la ansiedad o el estrés y que actualmente afecta a un tercio de nuestro colectivo.
Es un proceso que comienza generalmente como consecuencia de la pérdida de ilusión profesional a la que el profesor responde aumentando su esfuerzo y consecuentemente su sensación de estrés se incrementa. Aparece entonces irritación, tensión o miedo al aula e incluso a los compañeros y los alumnos. El profesor o la profesora piensan exageradamente sobre sus normales limitaciones y tienen miedo a que sus dificultades sean percibidas por sus compañeros, a apelar a la dirección para implantar disciplina, por ejemplo, etc….
En la cotidianeidad, el profesor se ve obligado a mantener la atención del alumno; ha de responder inmediatamente a preguntas, a veces impertinentes, o actitudes agresivas de alumnos; ha de estar alerta y manifestar actitudes dialogantes ante situaciones de conflicto con los padres u otros compañeros y mantener un nivel adecuado de eficacia docente. Los problemas personales o familiares pueden tener un efecto sumatorio con esa ansiedad profesional y un efecto de gota que colma el vaso.
El malestar comienza como un desconcierto ante el desequilibrio entre las expectativas y la realidad con la que se encuentra el/la profesor/a. Ante esa realidad, la mayoría de docentes se sobrepone y activa mecanismos de adaptación y motivación profesional. Pero en los casos en los que el problema persiste se va generando un malestar, reaccionando con inhibición e insatisfacción, trasladándose a otro centro o abandonando la docencia. El absentismo, el agotamiento, la ansiedad y la reacción depresiva, serían las últimas etapas de este proceso de "estar quemado".
En España, se puede extraer de los trabajos al efecto realizados que el profesorado auto percibe su malestar laboral o profesional como la falta de valoración social de su trabajo (apoyo social), la falta de medios, tiempo y recursos (apoyo material) para el desempeño de sus labores; dureza del propia tareas (alumnos conflictivos, exceso de responsabilidad), la incertidumbre ante las sucesivas reformas de los sistemas educativos y las tecnología de la enseñanza y sus sus carencias formativas.
En cuanto a elementos de organizativos, señalan que la relación con sus superiores tiene un carácter burocrático, más ligado al control/sanción que al propio trabajo profesional y a la docencia. Subrayan el excesivo papeleo y su escasa participación en la resolución de sus problemas profesionales, así como las complicadas relaciones con padres y los propios compañeros.